Los terribles momentos que se viven en Ucrania, con la invasión de Rusia de su territorio, supone uno de los acontecimientos más espantosos al que posiblemente nos hayamos enfrentado en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Las imágenes que recibimos día tras día nos recuerdan el sitio de Leningrado durante la última gran guerra mundial y, paradojas de la vida, el país que sufrió aquella agresión es el que está provocando ésta.
Pero no son los países los que causan las guerras. Son personas concretas con intereses particulares los que arrastran a sus países a estas espirales de odio y destrucción. Sus poblaciones son, en la mayoría de los casos, manipuladas por una maquinaria propagandística bien engrasada que despierta imaginarios desencuentros para acabar sucumbiendo al abominable aquelarre.
Afortunadamente, la respuesta de nuestros gobernantes, tradicionalmente tibia, está siendo más firme. Es un conflicto cercano, entre vecinos, con lazos culturales más próximos.
Es un conflicto que exige que cada uno de nosotros nos miremos en el espejo de nuestra alma y nos preguntemos qué podemos hacer personalmente. Formamos parte de una comunidad global en la que los problemas de cada uno de nuestros vecinos nos obligan a conmovernos y a responder.
En este ámbito, los abogados y abogadas sabemos qué debemos hacer. Nuestro presidente, Carlos Carnicer, nos explicaba como cada despacho de abogados era una oficina de Derechos Humanos. Los abogados tenemos nuestra particular opinión y visión de las cosas, como cualquier otro ciudadano corriente.
Votamos a partidos de derechas o de izquierdas. Tenemos nuestras opiniones políticas; pero tenemos líneas rojas. Nuestra particular línea roja es la firme defensa de los Derechos Humanos tal y como se establecieron en la Declaración Universal de Derechos Humanos proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1998. Los 150.000 abogados que hay en España sabemos que ésta es nuestra línea roja sobre la que no estaremos dispuestos a transigir jamás. Ni un paso atrás en su defensa.
Esto es lo que más temen los sanguinarios déspotas, esta inamovible y conjunta oposición a sus pulsiones totalitarias por parte de una sociedad cada vez más interconectada, más activista y que busca un mayor protagonismo en las decisiones públicas.
Los abogados de Castellón seremos la voz de aquellos ciudadanos ucranianos que sean acogidos en nuestra provincia. Les ayudaremos a poder conocer y ejercer sus derechos y les guiaremos en esta labor.
Nuestros vecinos de Ucrania, así como los propios ciudadanos rusos que dentro de sus fronteras se oponen a la barbarie, como antes los sirios o aquellos ciudadanos de países en conflicto, saben que en la defensa de sus derechos tendrán a su lado a más de 1.500 abogados y abogadas de la provincia de Castellón.
