La propuesta que baraja el Papa Francisco de establecer una fecha fija para la celebración de la Semana Santa y de este modo unificar los distintos calendarios por los que se rigen la iglesia católica, con el gregoriano, y la ortodoxa con el juliano, afectaría de pleno a las fiestas de la Magdalena.
Y es que saber siempre cuándo es el tercer domingo de Cuaresma, el de la ‘Romeria de les Canyes’, supondría zanjar de golpe el eterno y cíclico debate de establecer unas fechas que no oscilaran cada año, en función, precisamente de la celebración de la Pascua católica.
Cuentan los medios de comunicación vinculados al Vaticano que el Papa Francisco ha llegado a decir estar dispuesto a adaptarse a la fecha que propongan las otras Iglesias para conseguir la unidad que se persigue desde hace más de mil años.
Cabe recordar que la actual variación de fechas de la Semana Santa viene determinada por el Domingo de Resurrección que se celebra el día siguiente a la primera luna llena posterior al 21 de marzo. Es decir que es, en última instancia el calendario lunar el que determina las fechas.
Abrigos y tirantes
Esto implica, como bien sabe todo el ‘món de la festa’ que dependiendo si la Magdalena “cae alta o baja”, como dicen muchos, esa semana se puede pasar del frio que puede acompañar la climatología o al calor más intenso. De hecho, ha habido ocasiones en que ha caído a finales de febrero, como acredita en la memoria colectiva de los castellonenses el año en que llegó a nevar, mientras que otras veces el sofocante calor, en especial de los mediodías, cuando cae a finales de marzo ha llegado a provocar más de un pequeño susto por mareos por lipotimias a alguna festera con maga larga, aguantando estoica los cerca de 30 grados a los que se ha llegado en algún acto oficial.
Sea como sea, el calendario escolar, la Magdalena, las fechas de las procesiones y todo un sin fin de actos que toman como referencia la Semana Santa, se estabilizarían en el calendario en caso de que se consolidara lo que ahora está en debate abierto. Unas negociaciones que parecen querer cuadrar el cambio para, quizás, hacerlo coincidir con la celebración del 1.700 aniversario del Concilio de Nicea, que será en el 2025
