Razón tiene el aforismo popular de que “en el pecado lleva la penitencia”, que referencia que cada una de las malas acciones que se cometen traen consigo su castigo. Eso le ha pasado a la alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, que después de una pésima gestión en la ejecución y desarrollo de la reforma de la avenida de Lidón en su contencioso con los vecinos que están en contra de las obras, ha visto como la Comisión de Peticiones de la Unión Europea, no solamente ha decidido mantener la investigación para ver si se cumplen los requisitos para acceder a los fondos europeos que financien la obra, sino que también insta al Ayuntamiento a enviar nueva documentación a Bruselas sobre el proyecto y modificaciones, que participación ciudadana ha contado el mismo, los niveles de C02 existentes en la zona y justificación de eliminar la valla del parque de Rafalafena, argumentos expuestos por Marco para conseguir esta financiación de Europa.
La alcaldesa -que sigue en su realidad dictada paralela-, hizo una pobre defensa de su propuesta municipal en sede europea, con un discurso más de campaña electoral que de argumentación convincente para seguir con esta obra. Es obvio que todos queremos una ciudad “más amigable, sostenible, accesible, digital, humana, verde y con mejor calidad del aire”, -y eso es lo que es la avenida de Lidón ahora-, dijo Marco con axiomas de medias verdades como “el máximo consenso de la ciudad” para el nuevo diseño del vial -sino a qué vienen las protestas de los vecinos y comerciantes-, citando un Plan de Movilidad del 2011 con el apoyo de todos los grupos políticos (en 10 años ha cambiado radicalmente la urbe) y que se cumplían los requisitos en cuanto al C02 -irónico cuando es la zona de mejor calidad ambiental de Castellón- para poder acceder al dinero de Europa.
Posiblemente, cegada por su autosuficiencia, no pudo intuir la respuesta contundente de dos eurodiputados, de Ciudadanos y PP, mucho más duchos en debate parlamentario, y que supieron ponerse del lado de los vecinos. Dos políticos de la talla de Bauzá, expresidente balear, y García Margallo, exministro de Exteriores, que con la lección aprendida desmontaron las fabulaciones de la primera autoridad municipal de la capital de la Plana y cuestionaron los trámites realizados desde Castelló para hacer posible la obra (y la consignación económica procedente de la UE) y mostrarse contundentes para conseguir que se siguiese indagando para ver si de verdad la remodelación de Lidón es digna de fondos europeos.
Ante el varapalo del parlamento europeo, Amparo Marco tendría que llamar inmediatamente a los vecinos de la avenida de Lidón y se pondría a consensuar una alternativa ante unas obras “injustas y necesarias” (así lo hizo el alcalde de Burgos cuando le estalló el conflicto de Gamonal). Pero, no lo hará.
Volverse a Castellón de Bruselas cabizbaja y desconcertada no entraba en sus planes. Pero, es que, además, otro proyecto que quería fuera financiado con dinero europeo, como el de la reforma de La Pérgola, ha tenido que ser suspendido. Hasta cuatro informes (Consell Valencià de Cultura, Academia de Bellas Artes de San Carlos, Universitat Jaume I y Universitat Politécnica de Valéncia) habían mostrado su oposición a este proyecto. Da la sensación que los aires de la estricta Europa no le sientan bien a Amparo Marco.