Las diferentes comisiones festeras se dieron cita por última vez, pero con un aire mucho más festivo de lo todavía habitual. Las bandas de música eran sustituidas por charangas y centenares de festeros entraron corriendo y bailando a la plaza con el ánimo de quemar las últimas energías antes del acto del Vítol que da clausura a las fiestas.






¡Vítol! Fue el ansiado grito de los castellonenses tras la invocación de las reinas. No se trataba del ansia de los ciudadanos de terminar las fiestas, sino de verse capaces de completar un ciclo marcado por la pandemia y coronado por 8 dias consecutivos de lluvias.
El acto del Magdalena Vítol, cuestionado en la organización al principio por los brotes de coronavirus, se ha podido celebrar sin ninguna restricción. Así pues, tanto gaiatas, entes vinculados y el pueblo fiel de Castellón se congregaron en la plaza Mayor para participar de este evento final.






Tras el ansiado grito a la proyección de un videomapping sobre la fachada de la concatedral de Santa Maria. En ella se proyectaron primero los carteles de las anteriores 75 Magdalenas celebradas. Cabe recordar que en 2020 se debía haber celebrado la Magdalena del 75 anviersario y era un claro guiño a ‘no olvidar’ esta celebración que no pudo ser.
Seguidamente fue la voz del templario Santiago López quien narraba como había marcado a Castellón la anulación de las fiestas de la Magdalena apenas 24 horas antes de su inicio. El cambio de la proyección de las fiestas anteriores a las calles vacías y desiertas resultaba conmovedor. Sin embargo también quedaron para la memoria momentos como el del pregonero cantando desde el balcón, la banda de música tocando el rotllo i canya a través de una videoconferencia conjunta y a numerosos vecinos vestidos con indumentaria desde el confinamiento de sus casas.




Ahora queda el sabor de una Magdalena muy atípica pero finalizada y con los ojos puestos ya en los retos de la edición de 2023.

