Este fin de semana, la Plaça de l’Estadi de la Ceràmica se transformó en el epicentro de la alegría y el encuentro comunitario con la celebración del Sopar de Germanor, un evento que logró reunir a 2.900 habitantes de Vila-real. La cita se ha convertido en un hito anual muy anticipado, donde no solo la comunidad participa, sino también figuras notables de la localidad como el alcalde José Benlloch y la regidora de Festes i de Participació, Miriam Caravaca.
Este año, la cena destacó por su ambiente de integración y alegría, factores que han cimentado su reputación como uno de los eventos más significativos del año. Además de las autoridades locales, la velada contó con la presencia de varios concejales, así como de la reina y las damas de las fiestas, quienes no solo asistieron sino que se involucraron activamente en la celebración.
Desde el inicio, el ambiente estuvo marcado por un espíritu de hermandad y unión, características palpables a través de la música en vivo que acompañó la noche, incitando a los asistentes a bailar y disfrutar. La organización del evento fue meticulosa, asegurando que cada detalle contribuyera a una experiencia segura y agradable para todos los presentes.
El alcalde Benlloch, durante su intervención, resaltó la relevancia de estos encuentros para reforzar la cohesión social y aumentar la participación ciudadana. «Es maravilloso ver a nuestros vecinos reunirse en esta gran fiesta comunitaria. Estos momentos son cruciales para fortalecer nuestros lazos y fomentar una comunidad más solidaria», comentó el alcalde.
Por otro lado, Miriam Caravaca, quien lideró la organización, compartió su entusiasmo por la excelente respuesta del evento. «El Sopar de Germanor representa una perfecta oportunidad para que todos en Vila-real se sientan parte de una gran familia. La respuesta de este año ha superado todas nuestras expectativas, lo que nos inspira a continuar diseñando y ofreciendo eventos que promuevan la convivencia y participación comunitaria», explicó Caravaca.
A medida que la noche avanzaba, el entusiasmo de los asistentes no decayó, animados siempre por la música que resonaba en cada rincón de la plaza. La comida, la música y el baile se entrelazaron creando un tapestry de festividad que se prolongó hasta bien entrada la madrugada.
