jueves, 9 mayo 2024

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Con los churros a dos metros de casa

La churrería que se instala cada año frente al antiguo edificio de Correos en Castellón se ha visto obligada a desplazarse de su ubicación habitual, acercándose más a los bloques de viviendas y reduciendo el espacio para los clientes al estar justo delante de un acceso subterráneo y de dos postas de suministro eléctrico

Aunque para muchos el aroma a churros pueda evocar olor a tarde de domingo, a chocolate o a Navidad, a quienes se les cuela por las ventanas de su casa les varía notablemente la concepción y lo definen como “olor a fritanga”. Algo así es lo que ha ocurrido con la churrería que tradicionalmente se sitúa cada invierno frente a antiguo edificio de Correos. Su ubicación ha cambiado, generando algunas molestias compartidas, aunque por distintos motivos.

En realidad, objetivamente, se trata de un desplazamiento de pocos metros, pero que sin embargo ha provocado ya cierto malestar y enfado a tres partes: a la empresa, a parte del vecindario más próximo y en algún sector de la clientela que mientras hace cola se queja también de la estrechez del espacio y la proximidad excesiva de las casetas de luz, junto a la barandilla de un acceso subterráneo que limita el espacio para poder hacer cola frente a la parada de churros.

La churrería reclama que se les permita volver a ponerse “donde siempre”. Argumentan, entre otras cosas, esa incomodidad de la clientela cuando se acumulan, dada la estrechez que queda delante del mostrador puesto que coincide justo con una de las entradas del parking. Pero es que además tiene situadas delante dos casetas de suministro eléctrico, que aún hacen más angosto el hueco que queda. De hecho, el espacio restante va justo cuando se despliega la parte superior de la parada.

Por eso, incluso días antes de abrir el puesto, un escrito ya exponía el malestar de la empresa, se excusaba ante vecinos y clientes de las molestias que pudiera causar el desplazamiento impuesto y tildaba de “arbitraria” la decisión, animando a pedir explicaciones al área municipal que había decidido el cambio. “Ante la actual arbitrariedad pueden ustedes dirigirse a la oficina de espacio público de la Concejalía de Vía Pública”, señala la nota informativa de la churrería.

Por otro lado, desde que se ha abierto al público, aunque la pregunta más reiterada ha sido “y este año, ¿por que la han puesto aquí que hay menos sitio?” las posibles molestias para la clientela, aparentemente, no han minorado la demanda, aunque si que es cierto que nadie le ha encontrado mucho sentido al cambio.

Por último, en cuanto a una parte del sector del vecindario de la finca más próxima, con la que ha podido hablar, Actualidad Castellón, los comentarios varían entre el tener “ambientador con olor a churro” o la resignación del argumento de que “al ser invierno y abrirse más las ventanas solo por las mañanas”, tampoco les afecta tanto el cambio, porque otros años, “también se olía”.

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