viernes, 17 mayo 2024

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Adiós a Carmen Soler, ‘Carmencita la bordadora’

Obituario: Carmen Soler Gil

Con la sencillez y la discreción marcando una vida dedicada a los demás, Carmen Soler Gil, “Carmencita, la bordadora de la Ereta” para quienes la conocieron de joven, enseñando a bordar a decenas de chicas que se hacían sus ajuares, se ha ido como vivió: sabiendo estar en su sitio.

Cuidó y educó a hijas y nietos. Atendió a sus mayores con respeto y dignidad y apenas se dejó tiempo para ella. Por eso, pocos son quienes saben que esa ama de casa, casada con Pepín, el mecánico de la Ronda, podría haber sido una artista. Una pintora que dejara volar su imaginación en los lienzos o  una escritora que viera publicados sus poemas más íntimos, pero el único lujo que se permitió fue “crear” con la aguja de bordar de su máquina Singer. Un privilegio que, pese a las horas dándole al pedal con la espalda encorvada y las manos acariciando un bastidor que bailaba al son de su creatividad, le dio vida.

Dibujaba en el papel cebolla las flores desiguales, las curvas imperfectas de hojas y cenefas nacidas de su imaginación. Y mientras preparaba la comida, atendía a su familia o ayudaba a quien la necesitaba, siempre desde un lugar discreto y con la honestidad por delante, se quitaba horas de sueño para vibrar haciendo esa manteleta, el manto de una virgen o creando aquel delantal único de castellonera y trajes de Cavallers de la Conquesta.

Una mujer aparentemente sencilla. Conciliadora, sensata y siempre discreta. Carmen vivió, amó a su familia, la de sangre y la de corazón, por quienes lo dio todo. Una gran artista que sin grandes ostentaciones siempre supo marcar la diferencia de quien era, y cómo era. Su saber estar discreto, su palabra a media voz y su mano a quien la necesitó. Siempre, una señora, una madre y una artista.     

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